¿Es la desigualdad un problema?*

Claudio Palavecino 28 Mar 201428/03/14 a las 12:36 hrs.2014-03-28 12:36:28

*Columna de Axel Kaiser en El Mercurio de Martes 25 de marzo de 2014

A muchas personas, el mero hecho de formular esta pregunta les parece inaceptable. Evidentemente, piensan ellos, la desigualdad es un gran problema. Como diría la Presidenta Bachelet: la desigualdad es nuestro "gran enemigo". La declaración de Bachelet, sin duda en sintonía con el Zeitgeist, no es irrelevante. Como advirtiera John Stuart Mill, el clima de opinión intelectual define en buena medida la evolución institucional de un país y puede tener consecuencias desastrosas.

De ahí que sea pertinente examinar el postulado igualitarista críticamente de modo de establecer qué es realmente lo que ataca y qué es lo que propone. Como primera cuestión, este ejercicio requiere analizar cuál es el origen de la desigualdad. Y este no es otro, como notó Courcelle-Seneuil hace un siglo y medio, que la naturaleza humana.

Todos somos diferentes, es decir, desiguales. Nuestros talentos, capacidades, inteligencia, disposición al esfuerzo y todos los demás factores que definen nuestro ingreso varían de una persona a otra. En una sociedad de personas libres estas desigualdades afloran permitiendo que cada uno haga el mejor uso de los talentos, suerte y capacidades de que dispone para servir a otros. Esto es lo que se conoce como principio de división del trabajo que Adam Smith explicara tan magistralmente en "La Riqueza de las Naciones", obra poco leída por liberales y aún menos leída por los críticos del liberalismo.

Bajo un "sistema de libertad natural", como lo llamó Smith, habrá algunos que sean panaderos, otros ingenieros, habrá abogados, herreros, profesores, deportistas, campesinos, obreros, etc. También habrá muchos que cambien de profesión en el camino, mientras otros comenzarán pobres y terminarán ricos, y viceversa.

En este sistema los ingresos variarán de acuerdo a la valoración que el resto de los miembros de la sociedad hace del aporte de cada persona. Se trata de un sistema que satisface necesidades y deseos ajenos, y en el cual los méritos no juegan ni pueden jugar un rol relevante.

Cuando usted va a comprar carne de cerdo no le interesa saber si el carnicero fue personalmente a cazar, cuchillo en mano, un jabalí en la montaña o si el animal fue producido en masa a un mínimo esfuerzo. Tampoco le interesa si el productor de un cierto bien es buena persona. Usted no paga por el mérito sino por el producto. Si es bueno y a un precio razonable, lo compra; si no, busca otro. En ese sentido el consumidor, como explicó Ludwig von Mises, es despiadado y el empresario está obligado a satisfacerlo si quiere sobrevivir.

Esta libertad de elegir de acuerdo a las propias valoraciones constituye la esencia de la democracia del mercado y es lo que explica que Alexis Sánchez gane miles de veces más por patear una pelota que una enfermera por salvar vidas, a pesar de que lo primero sea menos meritorio que lo segundo. Lo fascinante de este sistema de libertad es que, a pesar de contravenir intuiciones de justicia bastante generalizadas, es sin duda alguna el que permite el mayor progreso económico y social para todos los miembros de la comunidad.

Si mañana un ingeniero japonés descubriera la fórmula para producir energía limpia a costo casi cero, no solo ese ingeniero se haría millonario, sino que el ingreso de la mayoría de los habitantes del mundo se incrementaría exponencialmente. Esa es la historia del capitalismo, el que indudablemente no produce igualdad sino riqueza. Cuando Friedrich Hayek observó, para escándalo de los socialistas, que la desigualdad era parte fundamental de la economía de libre mercado, no estaba más que constatando que esta se deriva del principio de división del trabajo sobre el que descansa nuestro bienestar y nuestra civilización.

En ese contexto, sostener, como hizo Bachelet, que la desigualdad es el enemigo equivale a afirmar que la libertad y la diversidad humana son el enemigo. Si no fuera así y la libertad no fuera considerada el enemigo, no sería necesario reemplazar la cooperación voluntaria de las personas por intervención estatal, que es lo que proponen los igualitaristas a sabiendas de que solo el Estado permite alcanzar, mediante la coacción, resultados políticamente deseados como la igualdad. La mejor prueba de que la búsqueda de igualdad es, a pesar del notable esfuerzo de John Rawls, necesariamente incompatible con la libertad son los regímenes totalitarios socialistas. Su máxima fue precisamente que la desigualdad y, por tanto, la economía libre eran el gran enemigo.

El resultado es conocido. Obviamente, esto no es lo que pretende Bachelet ni la mayoría de los igualitaristas. Pero el camino que proponen recorrer, muchas veces con las mejores intenciones, sin duda conduce en la dirección de restringir la libertad de las personas afectando el bienestar de la sociedad. La fórmula liberal, por el contrario, propone maximizar espacios de libertad y ayudar solo a quienes por sus medios no logran surgir. En otras palabras, para los verdaderos liberales la desigualdad no es el problema. El problema es la pobreza. Lo que importa es que todos estén mejor y no que estén igual. Si un liberal tuviera que elegir entre duplicar los ingresos actuales de todos los chilenos, desde el más rico al más pobre, manteniendo con ello la desigualdad relativa existente hoy, o reducir a la mitad los ingresos del 15% más acomodado para convertirnos en un país muchísimo más igualitario, el liberal elegiría la primera opción. En cambio, un igualitarista convencido, como Bachelet, de que la desigualdad y no la pobreza es el gran enemigo a ser derrotado, preferiría la segunda opción desmejorando a algunos sin mejorar a nadie.
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Última Modificación 28 Mar 201428/03/14 a las 12:36 hrs.2014-03-28 12:36:28
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  • Javier Rozas

    6 May 201406/05/14 a las 18:30 hrs.2014-05-06 18:30:06

    Bárbara, la valorización que hace la gente no es solo conforme a la escasez, es cierto que un Alexis es más escaso, pero el valor no está dado simplemente por ello, para entender el punto de Axel, hay que entender que el valor es subjetivo al uso marginal menos importante. Porque al ser el valor hipotéticamente dado por la escasez, podría sostener que el excremento de elefante tiene valor, en Chile es escaso. Es por eso, que es importante agregar, que debe ser un uso, el excremento de elefante no me sirve para nada, pero Alexis me sirve para entretenerme y las enfermeras para curarme. Es al uso menos importante, porque tienes razón, si hay muchas enfermeras claro que valoraré menos la última enfermera que se tituló. Y es subjetivo porque esas relaciones son relativas a cada individuo, por ejemplo, no a todos nos gusta el fútbol, a quienes les gusta tienen algunos menos tiempo para ver a Alexis, por lo que, valorarán más verlo jugar.

    Creo que el punto económico de Axel, es correcto, pero no basta eso, los liberales no nos podemos centrar sólo en lo económico. Bajar la desigualdad con la mano del Estado es bajar la libertad económica, pero esto como decía Hayek, no tiene solo un valor económico, no es así de simple. Expresó en Camino de Servidumbre, que el fin de las personas tendía a no ser económico, el fin tendía ser trascendental, al final del día por ejemplo, deseamos estudiar derecho en gran medida porque nos interesa la carrera; lo que hacía para Hayek la libertad económica era permitirnos ordenar nuestras prioridades, si eramos libres de disponer nuestros medios, evidentemente podremos adecuarlos a nuestros propios fines y no el que nos imponga el poder central al imponernos a todos un medio común. Por ejemplo, si tenemos una caída en nuestros ingresos, es probable que privilegiemos nuestras fotocopias para estudiar derecho, antes que otros bienes, porque estimamos que el fin trascendental es estudiar derecho. Eso es libertad, poder elegir que camino deseamos para le cumplimiento de nuestros fines, camino que el Estado controlará si sigue con sus pretensiones igualitaristas.

  • Claudio Palavecino

    2 Abr 201402/04/14 a las 17:32 hrs.2014-04-02 17:32:02

    Y ojo con las ridículas interpretaciones del "suum ius cuique tribuere" como epítome de la redistribuciòn. Como si los juristas romanos hubieran defendido algo así como la redistribución de la riqueza. Hasta la propia plebe tenía claro que la distribuciòn de trigo gratuito por el Estado era GRATIA. El dar a cada cual lo suyo nunca quiso aludir a redistribuciòn sino que significaba más o menos lo siguiente: "A quien haya sido despojado injustamente de lo suyo, que se le devuelva lo suyo". Llama poderosamente la atenciòn còmo una sentencia destinada a proteger la propiedad devino en justificaciòn de latrocinios: "Quita algo de lo suyo a cada cual y dáselo a otros como si fuera tuyo".

  • Claudio Palavecino

    2 Abr 201402/04/14 a las 17:26 hrs.2014-04-02 17:26:02

    Es curioso que nos preocupe tanto la desigualdad y nos escandalicemos con las estadísticas que la reflejan, pero omitamos referirnos al nivel de vida en Chile comparativamente con el resto de Latinoamérica o con países del resto del mundo comparables en PIB (porque compararnos con Alemania es un desatino).
    La desigualdad es un problema para quien considera que la igualdad de rentas es el fin de la sociedad. Si ese fuera el fin, el problema es como igualamos rentas sin destruir la riqueza. Digamos, como evitar igualar en la pobreza.
    Yo entiendo que la prédica contra la desigualdad tiene como fin deslegitimar la posesiòn de riqueza y, de ese modo, justificar ideològicamente una mayor confiscación. Esa prédica puede ser funcional a los objetivos de los socialdemócrtas moderados que miran como modelo el Estado de Bienestar a la europea. El peligro està en que la deslegitimaciòn de los títulos de posesiòn es también funcional a los que no se contentan con la confiscaciòn de los frutos del capital, sino que desean la confiscaciòn del capital mismo.

  • Bárbara Orellana Lavoz

    1 Abr 201401/04/14 a las 21:40 hrs.2014-04-01 21:40:01

    Interesante lo que se plantea… ¿Es la desigualdad un problema? Por supuesto, y urge debatir sobre ella, pero no en los términos ambiguos que aquí se presentan, sin hacerse cargo de conceptos sustanciales dentro de la discusión.

    Al indicar: “Todos somos diferentes, es decir, desiguales. Nuestros talentos, capacidades, inteligencia, disposición, y todos los demás factores que definen nuestro ingreso varían de una persona a otra”, Kaiser pareciera afirmar que las diferencias subjetivas, esto es, totalmente personales o naturalmente estructurales (como lo son los talentos, capacidades, inteligencia, etc), son iguales a las diferencias sociales. El trasfondo en este punto es notablemente revelador, pues se afirma que las desigualdades naturales justifican la desigualdad estructural en Chile, la misma que fue sentenciada por la OCDE hace algunos días.

    Y ya que el columnista se refiere a John Rawls para justificar sus afirmaciones, preciso es recordar una de las preguntas fundamentales que se intentan responder en su Teoría de la Justicia: ¿Cómo logramos la paz si todos los individuos son distintos y quieren cosas distintas? Mediante dos principios de justicia con base en ciudadanos libres e iguales (libertad no solo entendida como libertad económica). A grandes rasgos, el primer principio de la igual libertad supone que todas las personas con independencia de cualquier característica, tendrán las mismas libertades compatibles con el mismo esquema de libertad para los demás. Por otro lado, el segundo principio, de igualdad equitativa de oportunidades señala que todos deben poder postular o acceder a los puestos que socialmente generan mayores ventajas económicas y de prestigio en la sociedad. En este mismo sentido, las desigualdades estarán permitidas, pues actuando en forma racional en la producción de sus propios bienes, cada uno necesariamente obtendrá resultados distintos. Por consiguiente, se deben admitir las diferencias siempre que éstas redunden en beneficio de los menos aventajados.

    Por último, y volviendo a la columna en cuestión, me parece que Kaiser comete un error sobre sus mismas palabras. No solo las expectativas del demandante son un factor a considerar en el establecimiento de los precios en un mercado, también la escasez juega un papel importante, así como los costes de producción, comercialización, entre otros. En este sentido, la comparación entre Alexis Sánchez y la enfermera, parece no ser coherente en términos microeconómicos, al menos, ya que ese talento de Alexis tiene un precio en un mercado en donde hay pocos oferentes (futbolistas) en comparación al mercado de la salud (enfermeras). En otras palabras, la enfermera, salvando vidas, podría ser una estrella, pero como ella habrá muchas más que puedan desarrollar esa labor. Por otro lado, solo existe un futbolista estrella capaz de cumplir las expectativas de un club como el Barcelona, sin mencionar que la calidad de futbolista estrella se obtiene con una preparación exclusiva. En definitiva, el factor escasez determina el sueldo en ese mercado y no una característica natural, como se afirma en la columna.

  • Alena Gutiérrez

    31 Mar 201431/03/14 a las 13:29 hrs.2014-03-31 13:29:31

    Ante que todo, a mí parecer, este artículo no se le ocurre a Kaiser porque se levantó el día 25 de marzo pensando en lo terrible que es la pobreza en Chile. Lo escribió precisamente porque una semana antes se conocía mundialmente que Chile es uno de los países, sino el más desigual según el informe de la OCDE, además de que las declaraciones de Bachelet, asustaran a todos los liberales y defensores de la "democracia del mercado" de que atentaran en contra de sus nichos de acumulación por desposesión.

    Me gustaría aclarar el concepto de "desigualdad", naturalizado por Smith y Courcelle-Seneuil como algo intrínseco de la raza humana. A mí parecer, hay que distinguir que si bien, todos somos diferentes (características físicas, intelectuales, psicológicas, etc), no somos desiguales unos de otros, de una forma preconcebida por la naturaleza, sino que estas desigualdades económicas que yacen profundamente en nuestro medio y que de cierta forma determinan nuestro porvenir son construcciones ideológicas y materiales que han levantado los grupos de poder durante la historia para ejercer poder y dominación de una clase sobre otra. La desigualdad sí existe, pero no por naturaleza, sino por el mismo hombre.

    Para hablar sobre datos duros, como mencionaba al principio, según el informe de la OCDE publicado el día 18 de este mes, en lo que respecta a las distancias entre los ingresos del 10% más rico de la población y el 10% más pobre, nuestro país fue ubicado en el primer lugar del ranking con un coeficiente de Gini del orden de 0,50 (un coeficiente de 0 representa una perfecta igualdad de ingresos, mientras que un coeficiente de 1 denota perfecta desigualdad). En cuanto a la población que percibe ingresos por debajo de la media, el estudio revela que los chilenos son cifrados en este aspecto en un 18%, en el tercer lugar de este ítem. El informe también especifica que el 1% más rico de Chile concentra el 31% de los ingresos totales, medición según la cual nuestro país tendría el máximo grado de concentración visto entre naciones emergentes y desarrolladas.

    Según estos datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Chile es el país más desigual dentro de esta organización y también el tercero en donde se encuentra mayor población viviendo bajo la media, que está alrededor del salario mínimo. Según la ENCLA 2012 - Encuesta Laboral- el 22% de las remuneraciones en Chile corresponden a menos de $258.000. Son datos que reflejan una cruda realidad y que no podemos ser indiferentes. Desde el liberalismo económico, se trata de tapar estos datos aludiendo a las cifras en crecimiento económico y estabilidad, pero lo cierto es que los beneficios del liberalismo sólo recaen en un porcentaje ínfimo de la población.

    Para contestar algo a la columna de Kaiser: ¿Qué o quiénes son el "enemigo"? ¿La desigualdad? ¿La libertad? ¿El 1% de Chile que se queda con el 31% de las riquezas? ¿La OCDE (por revelar estos datos)?

    Esa pregunta y esa respuesta dependen. Depende de quién es el "amigo". Si el amigo son los grandes empresarios y trasnacionales chilenos y extrajeros, por su puesto que el "enemigo" es el Estado que intenta meter sus narices para "recordarle" por favor a los empleadores que los trabajadores también merecen tratos mínimos de dignidad. En ese sentido, la libertad, el mercado, "la mano invisible", "la no intervención estatal", los bajos impuestos a las empresas, el Código laboral actual, son todos fantásticos y ojalá nunca nadie ni se le ocurra cambiar o modificarlos.

    Pero... si el amigo son los trabajadores ¿es la desigualdad un problema? sí, lo es, porque las construcciones de fuerza adherente a uno u otro lado de la balanza se determinan por la primacía de poder económico, político e ideológico que tiene un grupo sobre otro. La condición de desigualdad del trabajador en relación no tan sólo con su empleador más directo, sino las relaciones sociales, económicas, ideológicas hacen que éste se mantenga y se reproduzca su situación de desventaja. Esta condición desmedrada, le corta las manos, piernas y al parecer también cabeza para pensar por sí mismo posibilidades de emanciparse de su estado de enajenación. Por otro lado, la situación ventajosa que le provoca la desigualdad al grupo dominante de la sociedad le permite acaparar la política, la economía, el trabajo, la televisión, la "libertad de prensa" y consigo en definitiva el PODER HEGEMÓNICO que hace que las cosas sigan en un statu quo de la desigualdad permanente.

    Este artículo, llama a desviar la mirada de la piedra angular, porque los liberales no son tontos, por algo han sabido mantener las relaciones de poder en una situación que los beneficia sólo a ellos, haciéndonos pensar que también nos cae algo a nosotros de esas ventajas. El peor error en el cual podríamos caer es pensar que la desigualdad no es importante.


    PD: ¿por qué persiste la elevada desigualdad en un país que casi ha cuadruplicado su Producto Interno Bruto en los últimos 20 años? Les recomiendo este artículo de la Fundación Sol, sí... la Fundación Sol.
    www.elmostrador.cl/ ... e-de-los-que-sobran/
    Mini resumen del artículo: Hay un vínculo que no hay que perder de vista: una minoría acaudalada se enriquece por la vía de la desposesión salarial, por la vía de una acumulación por desposesión del trabajo. Se trata de una brutal desigualdad de poder, que no se rompe con bonos ni con capacitaciones, pero tampoco simplemente con reforma tributaria. Este tipo de desigualdad, se combate en el escenario mismo donde ella se produce, que son las relaciones de producción, con sindicatos fuertes y acción colectiva directa.

  • Catalina Guerrero Q.

    28 Mar 201428/03/14 a las 18:38 hrs.2014-03-28 18:38:28

    Quisiera hacer una diferencia de acuerdo a los terminos utilizados, por un lado tenemos la desigualdad que es lo que apunta el blog en cuanto las relaciones economicas, y por el otro es la diversidad.
    Con respecto a esto ultimo quisiera aclarar que las diferencias sustantivas entre los hombres no proponen una desigualdad en sus capacidades, pero si una diversidad, es decir que perfectamente podemos encontrar a dos personas con un mismo nivel de inteligencia pero que luzcan completamente distintos, y no se apunta a una desigualdad material ni intelectual en cuanto a sus capacidades ( a pesar que todos tengamos distintas capacidades), sino a la diversidad del ser humano en cuanto a gustos.
    Es por ello que merece especial interés que no se confundan dichos términos, puesto que si por un lado algunos políticos dicen que el enemigo es la desigualdad, se refieren específicamente en términos económicos y no así a la diversidad de las personas que se debe fomentar y de hecho así lo han logrado muchos políticos con leyes "anti-discriminación".
    No estoy de acuerdo con apuntar a enemigos reales de ningún tipo, ya que creo que son fantasías que le hacen creer a las personas para tener un punto al cual odiar y discriminar, pero si considero que la desigualdad latente en este país es una vergüenza con respecto a países desarrollados, ya que no se les da ( y en esto concuerdo con el texto anterior) un piso mínimo de competencia para el desarrollo de sus actividades, teniendo algunos mayor facilidad que otros en términos competitivos.
    y finalmente considero que si dejamos al país en estas condiciones, y no lo criticamos, nos quedaremos estancados sin los pisos mínimos de dignidad y como dice el refrán "no hay peor ciego que el que no quiere ver"

  • Carla Araneda C.

    28 Mar 201428/03/14 a las 13:54 hrs.2014-03-28 13:54:28

    Estoy totalmente de acuerdo que la desigualdad no es el enemigo de este ni de ningún otro gobierno, partiendo de la base que esta idea no es más que la propaganda electoral para algunos (y recalco que es mi parecer, aunque creo muchos estarían de acuerdo en ello), hay que quitar la carga emocional que se ha apropiado en parte de esta palabra, situarlo en un contexto de competencia que ofrece un libre mercado, porque solo con la competencia se logra eficiencia y la maximización de nuestras oportunidades y felicidad finalmente.
    Pero creo que al hablar de lo que Smith llamo “sistema de libertad natural”, se pasan por alto las bases en que toma cabida la libertad, porque si hablamos de libertad se habla de que todos parten desde las mismas bases, o sea si vamos a competir que todos tengan las mismas armas. Porque es fácil hablar de libertad cuando hay algunos que tienen la meta asegurada. Por ello es que creo que no es menor distinguir entre lo que es un bien de consumo y un derecho social, discusión que a lo mejor sonara un poco añeja, pero no se puede obviar, porque el libre mercado funciona con bienes de consumo, pero cuando hablan de derechos sociales, creo que se esta hablando de la base de la libertad, para realmente elegir y para poder entrar a competir. Y como parte esencial para empezar a hablar de libertad es inminente tener a la educación, dentro de lo que son los derechos sociales, como prestaciones que obligatoriamente debe dar el estado. (Tomando en consideración la opinión del profesor José Ignacio Vásquez Márquezwww.elmercurio.com/ ... n-es-un-derecho.aspx ).
    (Hago el alcance con el primer blog sobre “la llegada del estado social”, que al hablar de derechos sociales no estoy haciendo referencia a que el estado deba generar todo tipo de prestaciones, como una llave que nunca se va a cerrar y va a colapsar en algún momento, si no que estrictamente me refiero a la educación y salud, aunque este último derecho no fue nombrado anteriormente.)
    Y finalmente coincido en que el real enemigo es la pobreza, pero si se va a hablar de libertad, que sea en serio y que todos podamos competir.