Ha muerto Franco Cipriani

Claudio Palavecino 4 May 201004/05/10 a las 03:13 hrs.2010-05-04 03:13:04

El 28 de abril del año que nos toca vivir, siendo las 6:31 a.m., recibí la infausta comunicación de mi buen amigo Dr. Federico Domínguez, Presidente de la Corte de Casación de Buenos Aires, Argentina, que el célebre procesalista italiano, hombre de menudas letras en el mundo forense, Dr. Franco Cipriani había fallecido. Domínguez y Alvarado Velloso, a su vez, recibían la triste noticia de parte del procesalista español Don Juan Montero Aroca quienes son, ampliamente, conocidos en nuestro medio por sus enjundiosas conferencias al gremio forense.

La comunicación también le fue dirigida a connotados procesalistas de toda América, entre ellos al Profesor Omar Benaventos, Víctor Manuel Bedoya, Andrea Meroi, Raúl Canelo Rabanal, Oswaldo Fernández, y tantos otros que, de una u otra manera, tuvimos el placer y el privilegio de alimentarnos de las nutridas enseñanzas procesales del destacado Profesor de la Universidad de Bari, Italia.

Durante décadas enseñó en esa prestigiosa universidad europea Derecho Procesal Civil y ya, en la edad madura de su formación intelectual, se vislumbró en él un asombroso apego a un auténtico Sistema de Libertades y Garantías Procesales, el cual bautizó con el nombre de Garantismo Procesal -como también en América lo hiciera Alvarado Velloso, nuestro maestro- y que hicieran del proceso legal una real expresión de la igualdad de todos ante la ley y que en el mismo no venciera el más fuerte por el mero hecho de serlo, fortaleza que podía expresarse en el poder económico, político, social, en fin. No en vano su prolífico libro sobre La Defensa de los Insolventes en Italia.

El maestro Franco Cipriani se agigantaba ante la crítica doctrinaria de sus adversarios. Recordemos cómo, contestando a otro grande procesalista italiano, Michelle Taruffo, le advierte: “De allí que esté o debería estar claro que quería decir que no se podía y no se puede continuar desconfiando siempre de las partes y confiando sólo en el juez, no solo y no tanto porque también el juez puede equivocarse y/o abusar de sus poderes, sino también y sobre todo porque no tiene ningún sentido suponer que al juez le puedan importar las causas civiles más de cuanto le importan a las partes. Por tanto, advertí que “El clientelismo procesal no consiste solo en inundar el proceso de multas a cargo de las partes, sino también, y diría sobre todo, en el ampliar los poderes discrecionales del juez en despecho de las garantías de las partes, de la certeza del derecho y del principio de la igualdad de armas”. Advertía Cipriani a Taruffo: “Un código que quita garantías a las partes y da poderes discrecionales al juez, es en cualquier latitud, un código iliberal y autoritario”. (Cfr. El Autoritarismo Procesal (y las pruebas documentales) y Autoritarismo e Garantismo nel Pocesso Civile, Págs. 30,32.).

A su hijo Nicola Cipriani, a toda la familia, a los amigos del maestro, nuestro sentido de solidaridad en el dolor y en la tristeza ante la pérdida de un grande en las ideas que se nos va y, como siempre suele acontecer, nadie nos anuncia el momento de la muerte para estar allí y, en ímpetu mítico, tratar de evitarla.

Silvio Guerra Morales

ABOGADO
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Última Modificación 4 May 201004/05/10 a las 03:13 hrs.2010-05-04 03:13:04
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  • Claudio Palavecino

    13 May 201013/05/10 a las 09:04 hrs.2010-05-13 09:04:13

    Estimado Francisco:
    Comparto completamente el sentido de tu reflexión. Por desgracia, el gobierno de los sabios y virtuosos al modo de Platón, es pura utopía -como él mismo comprendió tras su desafortunada experiencia práctica como "asesor "de Dionisio, tirano de Siracusa. Si el objetivo del contrato social es garantizar los mayores ámbitos posibles de libertad a los ciudadanos evitando, sin embargo, la guerra de todos contra todos, no nos queda más que conformarnos con el sistema democrático. No me parece necesariamente malo que los legisladores legislen conforme a las percepciones sobre lo bueno, lo justo o lo correcto sus electores. La política sucia que tú denuncias se pueden contener -no eliminar- con una sociedad civil informada, culta, exigente y crítica con sus legisladores. La cátedra universitaria cumple un papel relevante en la formación de esa sociedad civil. Ahí está el valor superlativo de hombres como Franco Cipriani que son capaces de vislumbrar los peligros que amenazan las libertades, frente a la ceguera de la mayoría y, valientemente, levantan su voz contra el poder establecido (académico, jurídico, político) y sus verdades canónicas. Ahí está también el valor de la democracia que no solo tolera el disenso sino que lo promueve.
    No debemos olvidar que en un sistema democrático una clase política torpe y corrupta es el efecto, no la causa de una sociedad civil pasiva, ignorante o despreocupada.
    Saludos cordiales,
    CP

  • Francisco Bilbao B.

    13 May 201013/05/10 a las 01:36 hrs.2010-05-13 01:36:13

    Creo que fuera de la funesta noticia, porque la muerte siempre es tragedia, no hay mucho que comentar.
    Pero lo que sí me gustaría plantear (quizás) es que siempre es enriquecedor ver como 2 eminencias intelectuales debaten civilizadamente (a veces) por lo que creen mejor para, en este caso, el proceso como ámbito relevante para la sociedad. Pero es triste el contraste que se da en la sociedad misma donde se rinde real cuenta a nuestra condición de seres libres (para evitar decir si buenos o malos). Porque mientras algunos piensan cómo obtener los mejores resultados, otros piensan en otro tipo de cosas. Me refiero particularmente a la persona del "legislador" en su tarea de implementación de estos sistemas. Me ha tocado ver, por ejemplo, en el derecho penal como se han relativizado las garantías procesales en pro de aparecer como un legislador preocupado por la sociedad, bajo el supuesto de reformar y crear nuevas áreas de criminalización (como lo dice Cansia en "Derecho penal del enemigo" 2003). Así, volviendo al proceso, creo que se hace paradójico que agunos piensen tanto en como mejorar, pero que muchas de esas buenas intensiones se tiren a la basura por gente que no tiene real "vocación" si se quiere en su trabajo. Y que al final las malas aplicaciones, las ideas maquiavelicamente escondidas, formen parte de nuestra legislación.
    Incluso parece más paradójico que las personas que buscan el proceso de corte "neo-inquisitorial", crean que esa verdad que plantean (que no me parece para nada majadera), tiene necesariamente que forjarse en base a la confianza en los órganos del Estado, y por ende, tiene que estar expuesta a que se deforme su real implementación, o se ocupe con fines distintos a los que promulga. Y así se le entregan más y más poderes a estos legisladores y jueces que no han mostrado ser de lo más certeros y transparentes.
    Quizás antes de hacer una reforma a los procesos, o pensar, como lo hizo Cipriani durante su paso por el mundo terrenal, deberiamos como cambiar esta política sucia, para que sea de la corriente que sea, se pueda llevar un debate intelectual a una implementación real, sin preocuparse de los "malos".
    Sin querer ser muy utópico y simplón en mi comentario, me doy la posibilidad de decirlo, perdón si lo fui.

    Saludos