Lectura veloz, un tema de interés para educadores 23

Luis Osandón Millavil 25 May 202225/05/22 a las 11:00 hrs.2022-05-25 11:00:25

The Peer Review

Newsletter de análisis de ciencia, tecnología y academia

25/05/2022
Ricardo Martinez
Por Ricardo Martinez
Doctor en Lingüística por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Magíster en Estudios Cognitivos y Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas ambos por la Universidad de Chile. Miembro Fundador de Interferencia.

 
Buen día lectoras y lectores.

Bienvenidos al newsletter de análisis de ciencia, tecnología y academia de INTERFERENCIA de este miércoles 25 de mayo de 2022. 

SUPERLECTURA VELOZ EDICIÓN 2022

La Maga de Rayuela, ese personaje que ha acompañado a generaciones de lectores latinoamericanos desde la publicación de la novela de Cortázar hace casi exactamente sesenta años, en febrero de 1963, “hubiese querido llenarse de una inmensa sed y durante un tiempo infinito (calculable entre tres y cinco años) leer la ópera omnia de Goethe, Homero, Dylan Thomas, Mauriac, Faulkner, Baudelaire, Roberto Arlt, San Agustín y otros autores cuyos nombres la sobresaltaban en las conversaciones del Club”.

Para la Maga cada libro leído resultaba un libro-menos, esto es, un libro tachado en una extensa lista nunca del todo explícita de las obras que una persona culta debe leer a lo largo de su vida. Para ello lo que más se requería era de tiempo -como señala la cita-… o de velocidad.

Este deseo de leerse todos los libros ha sido desde hace muchas décadas una ilusión para muchas personas. Por todas partes circulan rumores de lectoras y lectores incansables que leen un libro al día, “una raza de lectores a fulltime, de bibliotecas pululantes de marisabidillas infieles al sol y al amor, de casas donde el olor a la tinta de imprenta acaba con la alegría del ajo”, para seguir con la cita del capítulo 6 de Rayuela.

Para satisfacer aquella ilusión en muchas partes del mundo, y también en Chile, se acuñó el término “lectura veloz”, un método que consistía en leer a la velocidad del rayo, con un 100% de comprensión. Así, la lista no explícita de la Maga, mediante dicha técnica, podía resultar rápidamente tachada, volumen tras volumen.

Ahora la red asalta este deseo de devorar libros con la siguiente propuesta.

Bionic Reading es un nuevo método que facilita el proceso de lectura al guiar los ojos a través del texto con puntos de fijación artificiales. Como resultado, el lector solo se enfoca en las letras iniciales resaltadas y deja que el centro del cerebro complete la palabra. En un mundo digital dominado por formas superficiales de lectura, Bionic Reading tiene como objetivo fomentar una lectura y comprensión más profundas del contenido escrito.

La aplicación Bionic Reading promete acelerar la lectura de manera inusitada de modo de permitir que gente como la Maga, finalmente logre de un zuácate ingerir la ópera omnia de Goethe, Homero y de todas y todos los demás.

Pero, ¿qué hay de cierto y de realmente provechoso en esta oferta?

Del taquistoscopio al eye-tracker

El taquistoscopio fue un aparato que ideó el psicólogo alemán Alfred Wilhelm Volkmann en 1859. Su función primordial consistía en presentar una imagen por un lapso extremadamente breve, como en un flashazo. Lo curioso es que, aun cuando la presentación de la imagen resultaba sumamente veloz, las personas alcanzaban a procesarla visualmente.

Lo anterior llevó a que la fuerza aérea de los Estados Unidos, durante la Segunda Guerra Mundial utilizara dicha técnica para preparar a sus aviadores de modo que se volvieran más hábiles en detectar en el aire cazas enemigos.

En los años cincuenta una profesora de escuela estadounidense llamada Evelyn Wood se percató de que el uso del taquistoscopio permitía asimismo leer palabras más rápido de lo habitual y postuló que las palabras se leían no letra por letra, sino que en bloque.

Una hipótesis que se podía desprender de este último hallazgo correspondía a si resultaba posible no solo leer palabras sueltas de una patada, sino que segmentos más extensos de texto, como grupos de palabras, o líneas, o párrafos completos.

Ese fue el origen de la lectura veloz, que en general se decantó por preparar o entrenar la lectura rápida vía dos principios: menores detenciones visuales en cada fragmento, y lectura de bloques cada vez mayores de texto.

Proliferaron de este modo paquetes de entrenamiento para este superpoder lector, como en Chile, justamente el hit de venta de libros de vereda Superlectura Veloz de Carlos Quiroga.

Lamentablemente el entusiasmo inicial por estas nuevas técnicas se fue de a poco desvaneciendo, en gran medida por el arribo de otro dispositivo tecnológico de carácter cognitivo, el eye-tracker. Un eye-tracker es un artefacto que permite seguir y registrar la dirección de la mirada de una persona y, aunque sus iniciales desarrollos también se encuentran en la emergente psicología del siglo XIX, tuvo su edad de oro a fines de la década de los setentas e inicios de los ochenta.

Una de las pruebas clásicas que se realizan mediante este aparato es la siguiente. ¿Cuántas “efes” hay en el siguiente texto?:

“Finished files are the result of years of scientific study combined with the experience of years.”

Lo más probable es que usted se haya saltado alguna “efe” y haya contado tres, o cuatro, o cinco, habiendo en realidad seis. La razón de aquello se explica en un paper que documenta los hallazgos del eye-tracker cuando se enfoca en la lectura, “Eye movements during reading: some current controversies” (Starr & Rayner, 2001).

Este mismo paper presenta la siguiente imagen de una prueba de lectura observada mediante eye-tracker.


 
En esta imagen se observan los puntos en los que se fija la vista cuando se lee el texto, “Jerry is usually…”, marcados con los asteriscos (*) [debe notarse que el asterisco muestra la altura a la que se fija la vista, hay que imaginar el asterisco sobre la palabra y no debajo de ella]. Luego se presenta el orden de las “fijaciones” (que es el término técnico para las detenciones de la vista). Y, finalmente, se señala la duración, en milisegundos, de cada una de las fijaciones, habitualmente de alrededor de un quinto (200 ms) a un tercio (300 ms) de segundo.

Lo sorpresivo es que la secuencia de la vista no es un barrido continuo, como si la visión actuara como un Pac-Man que se “come” letra por letra de izquierda a derecha. No, ni la vista ni la lectura ocurren así. La vista no funciona como un barrido, sino que va dando saltos. Estos saltos se denominan técnicamente, “movimientos sacádicos”.

Una segunda sorpresa es que el orden de las fijaciones no sucede siempre de izquierda a derecha, que es como se piensa habitualmente que sucede la lectura. En la imagen el 6 está después del 7 y el 12 está después del 13. Esto significa que en ocasiones la vista “se devuelve”. Se estima que cerca de un 15% de los movimientos oculares durante la lectura son de “devolución”.

¿Qué pasó entonces con las “efes” perdidas?

Simplemente que el ojo se las saltó.

Ello, porque estas “efes saltadas” estaban en la palabra “of” que es breve y además una palabra funcional que no aporta un significado crítico a la oración.

Entonces, el hallazgo es que esos “of” se rellenan, bien por un efecto de “closure”, como proponían los psicólogos de la Gestalt o de “inferencia”, como proponían psicólogos cognitivos como Jerome Bruner.

Ahora sí se puede entender cómo la idea de la Superlectura Veloz 1.0 se fue desvaneciendo. Si se consideran las fijaciones y sus tiempos de duración, lo que haría la Superlectura Veloz es, o bien ampliar la distancia entre fijaciones o bien hacer más veloces los tiempos de cada fijación.

En 1987, usando el eye-tracker, Just & Carpenter documentaron que los lectores superveloces, al saltarse bloques enteros de palabras, perdían gran parte del significado de los textos: “La única ventaja de los lectores rápidos en la prueba de comprensión ocurrió en preguntas de alto nivel que interrogaban la esencia de pasajes fáciles y familiares” (Just & Carpenter, 1987:445).

El ataque de la Superlectura Veloz 2.0

Si bien el arresto inicial de la lectura veloz de la escuela Wood quedó anticuado luego de los resultados de los estudios de Just & Carpenter, la ilusión de una lectura veloz efectiva no se marchó.

En 2016 el PhD en Ciencias de la Computación y experto en Ciencias Cognitivas Cengiz Acarturk de la Universidad del Medio Oriente en Turquía dictó un taller sobre eye-tracking en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y reveló un dato muy interesante: los movimientos sacádicos toman unos cincuenta milisegundos (50 ms) en realizarse. Esto significa que, entre una fijación y la siguiente, el ojo se tarda un vigésimo de segundo en moverse.

Si ese tiempo se pudiera ahorrar, se podía reducir el tiempo de lectura un vigésimo de segundo por cada fijación.

Eso es justamente lo que propone uno de los sistemas -en este caso una app para smartphones- de la nueva ola de procedimientos de la lectura veloz, Spritz, lanzado a mediados de la década pasada. Este sistema, “funciona mostrándote una oración palabra por palabra, mostrando las palabras en rápida sucesión. Luego, las palabras se aceleran y te ves obligado a captar su significado mucho más rápido. 250 palabras por minuto es fácil, pero 500 es como mirar una página a través de una luz estroboscópica”, documenta TIME.

Básicamente Spritz ahorra el tiempo que toman los movimientos sacádicos.

Pero adolece de un grave problema: no se puede volver atrás. Leer vía Spritz es como ir corriendo tras la micro luego de que esta se alejó del paradero.

En el caso de Bionic Reading, este a su vez se apoya en algo que se podía deducir de la imagen compartida arriba: que las palabras no se leen completas. De hecho, el propio Cengiz Acarturk indicaba que cuando se fija la vista sobre una palabra, los ojos solo captan unos cuantos caracteres hacia la derecha y menos hacia la izquierda, por ello en la imagen algunas palabras más extensas requieren de más de una fijación, como podría ocurrir con una palabra como “paralelepípedo”.

En la década de los setenta William Marslen-Wilson propuso que tanto en la audición de palabras como en la lectura operaba algo que él llamó “Modelo de Cohorte”, que consiste en que cuando se escucha o se lee las letras de la palabra activan todas las palabras que comienzan con esas letras. Al ir avanzando hacia la derecha por la palabra aumenta su número de letras y finalmente se activa la palabra exacta.

Así, una secuencia como:

e

el

ele

elef

Al llegar a “elef…” logra activar, por cohorte, la palabra “elefante”.

Sorpresivamente ese fenómeno explica cómo recuperan las palabras de sus memorias las personas que participan del “Pasapalabra”.

Y también explica cuál es la idea base de Bionic Reading: al poner en negrita el inicio de cada palabra el sistema opera -para usar otro concepto de Jerome Bruner- como un “andamiaje” de la lectura.

¿Caerá el recurso de Bionic Reading de la misma manera como cayeron la Superlectura Veloz de Wood o Quiroga y Spritz?

Probablemente sí, probablemente no.

Lo más importante es que hay que preguntarse por qué necesitamos leer más rápido.

Quizá nadie haya expresado esta última cuestión mejor que Patton Oswalt en WIRED en el ya lejano 2010: “el problema con Internet es que permite que cualquier persona se convierta en un otaku de cualquier cosa al instante. En los años 80, no podías ponerte al día con un género completo en un fin de semana. Había que esperar, mes a mes, a que salieran los números de Watchmen. No podíamos  bittorrentear la última película de John Woo o descargar digitalmente el grunge o el hip hop de toda una década. Demonios, hubo algunas semanas durante la primavera de 1991 en las que no sabíamos si Nirvana o Tad serían la siguiente banda en triunfar. ¡Imagina el terror! (…) Pero luego reflexiona sobre las ventajas. Esperar el próximo número, película o álbum te daba tiempo para volver a leer, volver a mirar, reabsorber lo que amabas, así que traías tu propio amor idiosincrático por esa cosa a tu palacio de pensamiento. Las personas que estaban obsesionadas con Star Trek o los libros de Ender's Game estaban todas obsesionadas con el mismo objeto, pero su luz brillaba de manera diferente en cada persona. Todos tenían que crear en su mente preguntas sin respuesta o “qué pasaría si”. ¿Y si Leia, no Luke, se hubiera convertido en Jedi? ¿Qué sucede después de que se encuentra el diario de Rorschach al final de Watchmen? ¿De qué diablos se trataba El Prisionero?”.

Por ello, así como hay un slow-food, una slow-fashion e incluso una slow-science, quizá más que una lectura veloz, habría que ponerle algunas fichas a la lectura lenta.

 

ALGUNOS TEXTOS DE INTERFERENCIA SOBRE ESTOS TEMAS

- interferencia.cl/ ... cerebro-y-la-lectura

- interferencia.cl/ ... comprende-lo-que-lee

- interferencia.cl/ ... mito-del-vocabulario

- interferencia.cl/ ... o-de-la-slow-science